....¿¿¿???.....
Después de lo que me dijo, sabiendo yo perfectamente bien a qué se refería, quedé impactada, casi que hubiera tomado Rescue. (sí, me dejó en shock)
DIGNIDAD, ni más ni menos.
¿Cuántas personas nunca han perdido su dignidad ante una persona, una situación, una acción? Espero que muchas, pero me atrevería a decir que todos y cada uno de los seres humanos que pueblan el planeta, excepto los niños pequeños, claro, han perdido su dignidad, aunque sea por un momento.
Mi amigo, el diccionario, el que siempre saco a colación en mis escritos, dice que dignidad es la gravedad y decoro de una persona en su manera de comportarse. (es una de las acepciones de la palabra)
¿Cuántas veces hemos perdido nuestro decoro al ir conduciendo nuestro vehículo? ¿Cuántas veces no hemos perdido la dignidad, después de pelear con el novio o el esposo o el amante, pidiendole que nos perdone? ¿Cúantas veces no se pierde la dignidad ante el jefe, en nuestro empleo, sólo por conservarlo? ¿Cuántas mujeres no han perdido la dignidad haciéndose las ciegas o las desentendidas, al saber que su esposito, tan lindo y tan querido, tiene una amante, sólo para no dejar de ser "la señora"?
Pero, un momento.... pedirle perdón a nuestra pareja, no es perder la dignidad; tratar de conservar el empleo no es perder la dignidad.... querer ser la señora, no es perder la dignidad.
Sí y no. Eso depende de la manera en que nos comportemos en esa situación y depende da la situación misma.
Veamos:
El acto de pedir perdón, después de haber cometido una falta, dice mucho de nosotros; hacerlo habla de nuestra nobleza de espíritu, de nuestra madurez, de nuestra salud mental. A lo que me refería antes, es a aquellas personas que permiten que otra las ofenda, las humille, las insulte y, en lugar de separarse, alejarse , siguen ahi, "mal pegadas" y no conforme con esto, después de una pelea -en la que fueron las agraviadas-, van donde el victimario y le ruegan que no esté bravo, que no se vaya. ¡NO SEÑOR! Así no es. Es en esa actitud que perdemos nuestra dignidad.
Ah!... pero es que si lo piensan mejor, la cosa no fue para tanto......No fue para tanto..... pues, veamos de nuevo:
Primero, revise su interior, vea bien y dígase si realmente usted es merecedora de ser maltartada.... ¿ya lo pensó?
Segundo, ¿el maltratador es una persona mental y emocionalmente sana, cuerda, conciente de si misma y de sus defectos y virtudes, que sabe reconocer la razón en otros?... ajá... ¿vio?
Tercero, ¿lo que causó el incidente fue un hecho real, o fue la interpretación que le dio el maltratador a lo que usted dijo o hizo lo que originó la disputa?... ¿se fija?
Y esto es válido para todas las áreas de nuestra vida: profesional, fraternal, social, todas. Hace un año más o menos, conocí a una joven mujer que estaba pasando por una situación sumamente delicada y dolorosa con su esposo. Cuando finalmente pudieron hablar, ella simplemente propuso el divorcio. Con toda entereza asumió los hechos, sin que esto signifique que no lloró y pataleo. Sí, lo hizo. Pero en ningún momento fue a arrastrase delante de la pareja a rogarle que volviera ni se hizo la desentendida para seguir siendo la señora. Y no, eso no es orgullo mal entendido, no. Es dignidad.
Igual pasa con los empleos. usted tiene 10 años desempeñando su labor lo mejor que puede y cuando hay una vacante, ponen al cuñado del panita del jefe, y a usted, de asistente, porque usted tiene toda la experiencia y, "puede ayudar al nuevo jefe, mientras se familiariza con el funcionamiento de la empresa". Al final, termina haciendo el trabajo del jefe nuevo y el suyo, y de paso, le sirve el café para tener al otro contento y conservar su puesto. ¿Y su dignidad? ¿Será que cree que se merece eso?
Una jovencita que conozco, profesional, excelente trabajadora, mano derecha de su jefe, estaba esperando un ascenso que le fue ofrecido. Llegó el momento de dar los fulanos ascensos y a ella no se lo dieron, porque "no tenía la experiencia requerida en otras áreas, fuera de donde se desempeñaba en esos momentos" Bueno, muy fácil; metió el curriculum en otras empresas y en un mes ya estaba empleada.
Muchas veces dejamos de lado la dignidad por miedo. Miedo a perder el empleo, el marido, el amigo, lo que sea. Y para salvaguardarnos de sentir verguenza, nos escudamos tras un: "él va a cambiar", "todos merecen otra oportunidad", "el proximo ascenso es para mí, segurito", "ella es mi amiga de verdad, pero está nerviosa", sin darnos cuenta que tenemos un miedo atroz, miedo que nace de la soledad y de la inseguridad. ¿Y qué logramos? Continuar desempeñando nuestro rol de pendejos, comiéndonos la rabia y viendo como nuestra autoestima mengua y mengua con cada maltrato,con cada humillación, con cada mirada de desprecio.
¿Y el maltratador? Ahh!!! ...Él pone cara de sufrimiento, de persona desvalida y vulnerable, de ayúdame porque no sé, para hacernos sentir mal y poder mantener su pozo séptico al lado, donde vaciar su inmundicia.
Señores! Señoras! Seres Humanos! HAY QUE TENER DIGNIDAD! recoja sus bártulos y váyase, deje ese empleo, mande a ese amigo a cortar caña, ¡lo que quiera! TENGAMOS DIGNIDAD.
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